Delisa Jiang, directora del programa de manejo sostenible de pesticidas (PMSP), de CropLife International, insiste que esto permitirá que los agricultores y los reguladores entiendan la importancia de trabajar de manera adecuada. Recalca que la innovación también es fundamental.

El mundo requiere producir alimentos de manera más eficiente para garantizar una seguridad alimentaria bajo amenaza. Esto último no solo por la necesidad de aumentar el volumen, por el crecimiento de la población global, sino también porque hay que hacerlo en un espacio más acotado y que, además, está sometido a crecientes riesgos producto del cambio climático. Una de esas amenazas es la propagación y crecimiento de las plagas existentes, o, incluso, la aparición de nuevas, impulsadas por los aumentos de temperatura y humedad. Y ahí es donde el manejo de plaguicidas se vuelve clave para, por una parte, disminuir el riesgo que pueden significar tanto para la cantidad como la calidad de los cultivos. Sin embargo, su uso muchas veces es cuestionado por el impacto que puede tener sobre las personas y el entorno.

Delisa Jiang, directora del programa de manejo sostenible de pesticidas (PMSP) de CropLife International, reconoce que lo importante es conseguir un equilibrio entre ambos aspectos.

«Los pesticidas son esenciales para los agricultores, para la productividad de la planta, pero al mismo tiempo, si no se usan responsablemente, también crean riesgos para la salud humana y el medio ambiente» y explica que por ello es que el foco del trabajo se basa en el Código Internacional de Manejo de Pesticidas, que se fundamenta en el Código Internacional de Conducta para la Gestión de Plaguicidas, desarrollado conjuntamente por la FAO y la Organización Mundial de la Salud.

«Este documento (el PMSP) señala exactamente las formas de maximizar los beneficios de los pesticidas y al mismo tiempo de minimizar los riesgos contra la salud humana y la salud ambiental. Lo que es importante que sepamos cuando tratamos de equilibrar estos elementos diferentes es que mientras los pesticidas tienen una propiedad inherente de riesgo, el Código Internacional de Manejo de Pesticidas promueve una aproximación basada en cómo utilizarlos responsablemente para minimizar ese riesgo», plantea la especialista desde Bruselas.

Explica que todo este manejo se basa en la ciencia, en evidencia, y que con él se busca mejorar las distintas prácticas en diferentes niveles, pero que, por lo mismo, resulta clave la capacitación. Por lo mismo, dice, lo que se está buscando es apoyar el conocimiento a través de actividades como workshops, incluso a nivel de reguladores. «El tema de los pesticidas es muy técnico, es uno de los rubros en donde existe más regulación en el mundo, por lo tanto, incluso a nivel de reguladores, se requiere entender temas complejos como la toxicología o cuáles son las mejores prácticas internacionales. También mitigamos el riesgo, a través de la capacitación a los agricultores».

¿Cómo se disminuye el impacto de estos productos en el ambiente y en las comunidades que rodean las zonas agrícolas?

Al buscar capacitar a los agricultores, también se piensa en la comunidad y en la seguridad alimentaria, porque esto no se trata solo de cómo se trabaja el tema en el campo, sino también de evitar o minimizar la presencia de residuos en los alimentos, como, por ejemplo, los tiempos de carencia y el manejo para disminuir la presencia en los productos.

El cambio climático aumenta el riesgo de crecimiento de plagas. ¿Cómo se consigue controlar de manera suistentable?

Efectivamente la presión de las plagas, con el cambio climático, se ha vuelto mucho mayor. Crecen y se multiplican más rápido y, además, los agricultores están enfrentando pestes que no tenían antes. Por eso se vuelve aún más importante que los agricultores tengan las herramientas y los conocimientos para controlarlas.

Pero también se necesitan innovaciones, ya sea para aumentar la detección, porque cuanto más temprano puedas detectar a un insecto más rápido serás capaz de manejarlo, entonces minimizarás los riesgos tanto de daños a los cultivos como de impacto ambiental –incluso a la salud del suelo y la biodiversidad–, además de la inocuidad, y podrías incluso disminuir tu gasto en esos productos.

¿Cómo deben enfrentar esto, países como Chile, donde los recursos no son tan grandes como los de países más desarrollados?

Es cierto. Pero, Cuando hablamos de innovación, estamos pensando en nuevos productos que apoyen eficientemente, con menor impacto, menor resistencia, el control de plagas, por ejemplo. Pero también necesitamos capacitarlos, que trabajen en buenas prácticas agrícolas y conectarlos a las cadenas de suministro, para que los ayuden a incorporar cada vez más estándares de seguridad alimentaria que los hagan competentes globalmente. Precisamente a eso se enfoca una iniciativa como la nuestra.

¿Cuál es el rol de los gobiernos aquí?

Definitivamente, el desafío no es algo que se pueda enfrentar solo desde el sector privado. Por lo mismo, en PSMP, en Chile y en cada uno de los países en que operamos, estamos en una asociación muy cercana con el gobierno. Primero, porque eso permite tener un punto de contacto con los agricultores a nivel de todo el país. En realidad, la idea es trabajar tanto con los gobiernos como con las agrupaciones de agricultores. La segunda parte de la importancia del gobierno es obviamente el hecho de que pueden desarrollar regulaciones para apoyar la ampliación de la confianza. Y la tercera es que los diferentes gobiernos necesitan trabajar juntos.

Lo que estamos también buscando con el PSMP es tratar de unir no solo al ministro de Agricultura, sino también al ministro de Salud, al ministro de Ambiente, al ministro de Comercio, al ministro de Tecnología, a trabajar juntos en soluciones que tengan sentido para cada lado. Y, por supuesto, necesitamos líderes, agricultores, que puedan enviar el mensaje.

¿El futuro está en crecer en pesticidas biológicos?

Hay mucha gente que usa la palabra biopesticidas casi como una palabra mágica. No es decir solo uso biopesticidas, porque hay que saber cuáles funcionan y para qué, como con todos los productos. Como dije, es necesario aumentar la innovación, y esta viene en muchas formas diferentes.

Qué usemos depende de la presión de la plaga, de las condiciones agrícolas. Típicamente, no se trata de reemplazar, sino de ofrecer todas las opciones y el agricultor tiene que elegir según el clima del año, la peste, el cultivo, la temporada. Y eso significa pesticidas biológicos, pero no solo eso, sino que el agricultor tenga una bolsa de herramientas mejoradas.

Pero ¿basta con eso?

Es clave, la educación es clave para avanzar en sostenibilidad. Pero la capacitación no significa enseñar con un libro de texto sobre el uso de un producto. Recordando que cada país es diferente, en geografía, en culturas. Por lo tanto, es clave experimentar para aprender cómo usar y qué funciona efectivamente. Es lo que estamos haciendo.

Lo que necesitas hacer es experimentar cómo diferentes pesticidas deben trabajar juntos para proteger su planta en diferentes semanas, en diferentes etapas de crecimiento, con diferentes pesticidas, con diferentes condiciones. Lo que nosotros, en el programa, venimos haciendo es que primero lo aplicamos, experimentamos, luego desarrollamos un manual basado en lo que hemos visto que funciona. En un programa aplicado, los agricultores pueden conocer directamente, pueden ver los resultados. Y esos mismos productores pueden ayudar a influir en sus comunidades.

Fuente: Patricia Vildósola Errázuriz, Revista del Campo – El Mercurio